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viernes, 26 de junio de 2015

ESTE JUEVES UN RELATO: Los rostros de la polio

Esta semana José Vicente nos conduce, proponiéndonos un tema que me costó encarar.



No fue polio, pero otra enfermedad la privó de caminar desde muy chiquita. Yo la conocí de adulta ya que era una de las hermanas mayores de mi papá. Desde chica, fue la consentida de sus cinco hermanos, quienes, por darle todos los gustos, a veces postergaban sus propios intereses. Si bien era de carácter jovial, por aquel entonces, y se daba maña para muchas cosas dentro de su casa, jamás quiso que la vieran en una silla de ruedas, por lo que se movilizaba de forma muy especial con una silla de paja y madera, balanceándose de un lado hacia el otro, haciéndola “caminar” hábilmente ayudándose con sus manos que la sujetaban desde el asiento. Siempre fue muy coqueta. Le encantaba usar sus uñas muy largas, pintadas de rojo vibrante. También gustaba de usar muchas pulseras y collares bastante llamativos. Pese a lo poco usual en aquellos años, fumaba, incluso en presencia de su madre -anciana ya- que hacía como que no la censuraba. Manipulaba con sofisticada soltura a su entorno, que alentaba, incluso, su personalidad aniñada y caprichosa. Pese a ello nunca pudo vencer sus complejos. Jamás logró derribar las barreras que sentía que sus limitaciones físicas le imponían y por eso se sintió siempre diferente. Nunca logró aprobar esa asignatura que la vida le impuso y que la sobreprotección de su familia quizás le impidió confrontar.

lunes, 22 de junio de 2015

CONTANDO LAS SEMANAS: 26 de 53, RESPUESTA

Otra vez me sumo a la propuesta de Sindel para contar las semanas inspirándonos en una palabra.



RESPUESTA

Tal vez no haya
en el fondo
una respuesta.
Una solución final
que devele
las mil preguntas,
las inquietudes lógicas
que nos guían
como alicientes
para seguir
hurgando y
revelando
los secretos
de esta vida.
Tal vez
no nos haya sido dada
la capacidad integral
para abarcar
la infinitud
de lo que, suponemos,
sea probablemente
la gran respuesta.
Y es que quizás
ese orden primordial
que nos ha creado
nos ha establecido
precisamente
esa virtud
de querer ahondar y conocer
la naturaleza
misma de las cosas,
para hacernos crecer...
para impulsarnos
en el andar
de su ritmo vital.
Pero a la vez,
como paradoja existencial,
nos ha plantado
de antemano
en la contradicción de saber
que nunca,
pese a nuestro
mayor esfuerzo,
lograremos arribar
con indubitable razón
al punto fundamental
de comprender
con total certeza.

sábado, 20 de junio de 2015

CIERRE DE LA CONVOCATORIA JUEVERA

Otra semana de intercambio literario se ha dado lugar en nuestro mundo bloguero y ha sido reconfortante comprobar una vez más que el entusiasmo participativo de los jueveros sigue activo y multifacético.
Cada quien ha sabido darle su personal interpretación al tema y así se nos han abierto las puertas de distintos mundos relatados. Algunos filosóficos, otros fantásticos, algunos apocalípticos, otros esperanzados… mundos desde donde hemos intentado proyectar nuestros sueños, nuestros recuerdos, nuestros temores.
Cada quien buscó hacer particular uso creativo de la propuesta siguiendo su propia órbita, circunscribiendo sus propios soles, iluminando con sus palabras la perspectiva más apropiada de su universo narrativo. Y todos armoniosamente enlazados detrás de la consigna juevera que nos excusa para animarnos a escribir.
Cierro con estas palabras y la imagen de un sugestivo cuadro de Salvador Dalí la convocatoria que me ha tocado dirigir, agradeciendo enormemente a todos los participantes que se han sumado –los habitués y los recién estrenados- con buena onda y creatividad. Aprovecho para invitarlos a participar la semana que viene, esta vez desde el blog de José Vicente.

Besos para todos y gracias por su compañía.   



Niño geopolítico contemplando el nacimiento del hombre nuevo - Salvador Dalí


jueves, 18 de junio de 2015

MI APORTE PARA ESTE JUEVES: UN NUEVO MUNDO

(Ilustración: Stephan Martiniere)

(Una muy caprichosa interpretación de cómo puede ser que surjan los mundos)

…”Del impulso primigenio se desprendieron dos fuerzas antagónicas, balanceándose en perpetuo equilibrio. El ying y el yang en irremediable avenencia.

Lejos de repelerse, ambas, entrelazadas en molinetes vertiginosos, fueron conscientes de la sostenida estabilidad que se brindaban y decidieron, en fecunda consumación, ir dando origen a todo lo que sería un nuevo universo. Bajo distinta consistencia fueron aglutinándose en variada especie: materia y energía decantándose una en la otra continuando la sutil armonía de la danza creacional que recién iba comenzando. Construyéndose a sí mismo el Todo fue surgiendo de la misma Nada.

Como si de un gran remolino se tratase, girando al ritmo de una colosal directriz invisible, la inabarcable totalidad del cosmos se fue gestando con fantástica exquisitez y belleza. Todo era bello, equilibrado, armonioso y perfecto.

Pero la voluntad que guió el origen no quiso dar por acabado su experimento. Todo lo contrario, se regodeó una y mil millones de veces en dar forma y razón de ser a todo aquello que iba construyendo a su imagen y semejanza. Tanto en lo extenso como en lo pequeño, el infinito fue norma en la creación, desconcertando de esa manera a cualquier entendimiento que quisiera explorar la existencia de límites. Decidió jugar con los principios, haciendo que lo que regía lo mayúsculo, definiera también lo casi imperceptible, sembrando quizás la punta para intentar descifrar los enigmas de su naturaleza. La vida se abriría paso desde las distintas perspectivas.

Todo fue puesto en su lugar, quizás, como un reto. Una especie de códice encriptado aguardando ser descubierto e interpretado. De eso se trataba la creación: una proposición aguardando ser aceptada, una invitación hacia las fuentes del conocimiento... un enigma sostenido desde los orígenes rigiendo como faro, hacia donde todas las eventuales conciencias reveladas pudieran querer arribar”…

Perdido en esas elucubraciones estaba el niño, alucinado frente a su enorme tazón de sopa, escuchando como su madre lo retaba por demorar tanto en tomarla, mientras absorto, cuchara en mano, no dejaba de hacerla girar.


(Más relatos jueveros, en la entrada anterior)

ESTE JUEVES UN RELATO: UN NUEVO MUNDO - Lista de participantes

Bienvenidos a todos los atrevidos que se asoman a nuestra convocatoria juevera. Ya sean habituales participantes o recién estrenados, me alegra saber que el tema propuesto los ha entusiasmado. a medida que me dejen sus links, los iré subiendo.



































miércoles, 17 de junio de 2015

CONTANDO LAS SEMANAS 25 de 53



Esta semana Sindel nos propone inspirarnos en una hermosa imagen de una sirena, por falta de tiempo no he podido escribir algo a propósito, pero recordé algo ya publicado para un relato de jueves que quizás recuerden.

La última sirena surca el río de aguas doradas mientras el sol se hunde en él y se desangra.

Recortados contra el horizonte tres bergantines de velas hinchadas de aire húmedo se dirigen hacia el sur, buscando el mar que los espera.

El mayor de los navíos lleva enroscado en su popa un magnífico vigía, alguien distinto al resto de los hombres que pueblan inquietos las cubiertas malolientes de aquellos barcos mal entrazados.

De inmediato la solitaria criatura siente que en su pecho late algo nuevo, mágico, esperanzador…¿será quizás ese ser alguien tan distinto y necesitado como ella?…quizás no sea de agua su naturaleza pero tal vez sienta, tan vacío y triste como el suyo, el lento transcurrir entre olas y espuma.

Cae la noche sigilosa como el mismo nado de la sirena, que se acerca cautelosa buscando mimetizarse en la oscuridad. Los hombres son crueles, ávidos de sangre y emociones y bien sabe que no deben verla…o será capturada.

Bajo la luz helada de luna misteriosa, la bella sirena se asoma, apenas, entre algas y camalotes, disimulado su rostro por su larga cabellera.

Desde allí logra ver en detalle la figura majestuosa de aquel colosal gigante que yergue su pecho hacia el horizonte. Torso firme, rizados cabellos coronados con diademas de hojas. Su rostro tallado en nostalgias y silencios logra conmoverla. Ansía ver de cerca esos ojos tristes, necesita enjugar las lágrimas que de ellos se desprenden…

La sal en el viento ya le avisa que el mar está próximo y quizás ese ímpetu que surge del salitre le anima a asirse con fuerza de uno de esos brazos potentes. Lejos de sentir que son correspondidos sus reclamos la sirena advierte que aquel ser no es como los que ha conocido, es quizás más cercano a lo inmortal, más intenso, más perfecto… y en su desesperación por lograr tocar la sensibilidad de ese alma impasible recurre a su más delicado y mágico canto lastimero, aún sabiendo que enorme es el riesgo de ser descubierta. 

Como si fuera hecha de mieles su voz susurra cerca del oído de aquel titán silencioso, que, impertérrito no parece darse por aludido. 

Lejos de sentirse vencida, se esfuerza ahora por llegar a aferrarse del cuello del coloso, apelando a su último y más efectivo recurso… le besa los labios esculpidos, los ojos pintados… y con esos besos, le hace entrega de su corazón.

sábado, 13 de junio de 2015

CONVOCATORIA JUEVERA PARA EL PRÓXIMO 18 DE JUNIO

ESTE JUEVES, UN RELATO: UN NUEVO MUNDO


(Ilustración: Stephan Martiniere)

Otra vez tengo el honor de conducir otro encuentro juevero, y reconozco que, ya teniendo preparado otro tema para proponer, a último minuto cambié de opinión y decidí variar mi propuesta. Luego de mucho pensarlo decidí optar por una temática más amplia y con posibilidades de muy distinta interpretación. El título por el que me decidí es UN NUEVO MUNDO y cabe aquí cualquier referencia que se les ocurra: puede abarcar la ciencia ficción, la novela histórica, el género de terror, el de aventuras, quizás la fantasía científica, la novela romántica, el ideario ecológico o la interpretación que quieran darle al tema. Los invito a dejar llevarse por la imaginación para volcar luego su creatividad en un texto de no más de 350 palabras –en lo posible- Las reglas generales ya las saben, pero igual les recuerdo que no deben publicar antes del miércoles. Cuando lo hagan, deben remarcar que el texto pertenece al ENCUENTRO JUEVERO de la semana, acompañar –si gustan- con la imagen que encabeza la convocatoria (por cierto, recomiendo visitar la página web de este artista http://www.martiniere.com/) y enlazar mi post desde donde colgaré la lista de participantes. Queda sobrentendido que la participación incluye el compromiso de leer y comentar, a su vez, el resto de los textos jueveros. Por supuesto que queda firme la invitación para todo el que desee sumarse por primera vez. Cualquier duda sobre cómo hacerlo, me la plantean aquí, en los comentarios. Espero que les entusiasme la idea y seamos muchos los que aportemos con textos y presencia. Los espero.

jueves, 11 de junio de 2015

ESTE JUEVES UN RELATO: LOS SIETE PECADOS CAPITALES

Esta semana Charo nos propone elegir uno de los siete pecados y desarrollarlo en primera persona. Yo he elegido la SOBERBIA. Para leer más textos jueveros, pasar por su blog.



Asomada al balcón de mis éxitos, me siento extasiada ante la visión de mi propio reflejo: adulada y aplaudida por quienes me brindan constante pleitesía (aunque sé que en el fondo son traicioneros y sólo responden a la presión de mi poder y presencia) hasta casi veo el brillo de mi propio halo irradiando a mi alrededor. Sé que soy faro del destino de esta gente, luz entre sus sombras, imprescindible guía espiritual de todos estos ineptos que me necesitan y en mí se cobijan. Me debo a mi pueblo. Lo veo en sus ojos humedecidos por las lágrimas del agradecimiento. También yo he sentido el peso de las privaciones. He sido pobre y he podido superarlo.

Sé que tengo una gran capacidad histriónica. Con unos cuantos gestos estudiados frente al espejo, los conmuevo con facilidad, manifestando mi sensibilidad ante los temas trascendentes que tiro al ruedo en mis improvisados discursos. Me siento satisfecha al comprobar que cada vez los perfecciono más y más, según pasan los años y los acontecimientos.

No hay piedras que no pueda eludir en mi camino, no hay escollo que no pueda superar. No hay tema urticante, ni chisme ni queja que pueda hacerme alterar el rumbo de mi férrea voluntad de gobernante. No hay poder que pueda pedirme cuentas. No hay quien tenga derecho a requerir explicaciones sobre mis contradicciones. Soy pragmática. Soy una preclara estadista. No tengo por qué explicar mis actos o mis decisiones. He sido elegida. Me han votado y con ese apoyo han validado mi título. Quizás haya debido ser coronada, pero por ahora no está en mis proyectos cambiar el carácter del sistema republicano… quizás en un futuro… sería por su propio bien.

Sé que me necesitan. Sin mí, están perdidos. Soy yo o el abismo. Soy yo o la perdición que representan mis enemigos.



(nota: cualquier referencia con algún personaje político de la realidad NO es pura coincidencia)

martes, 9 de junio de 2015

CONTANDO LAS SEMANAS- 24 de 53 ATRAPASUEÑOS



Otra semana me sumo a la convocatoria de la querida Sindel. Esta vez la palabra disparadora es ATRAPASUEÑOS. Mi aporte:


Atrapado entre los hilos
de aquel atrapa-sueños
-olvidado- 
quedó
enredado para siempre
el rastro 
de ese primer mal 
presentimiento.
Creo recordar
que se hizo eco
-como advertencia-
hurgando 
en los pormenores
de un matinal 
entresueño.
No llegó a ser pesadilla
pero se instaló
como alerta prematura
y me inspiró 
a desconfiar
-por traicioneras-
de ciertas miradas
que se presentan 
en la vida
como un mal sueño.

miércoles, 3 de junio de 2015

ESTE JUEVES UN RELATO: No es oro todo lo que reluce (aunque puede serlo lo que se ve opaco)

Me disculpo por la extensión de mi relato. Se trata de dos de los tres capítulos de un cuento que escribí hace ya bastante. Espero que no se desalienten en la lectura.
Más relatos jueveros en lo de Tere.



“Los ángeles más sufridos no suelen tener alas” alguna vez le dijo alguien a modo de fácil e inútil consuelo a sus heridas. Y por algunos breves instantes le creyó…y casi asomó a sus labios una sonrisa.

Pero no es así, concluyó al poco tiempo, y la soledad descascaró la débil esperanza que intentó formarse en su interior a modo de tabla de salvación.

Los hombres suelen apelar hasta a las más indignas mentiras para conquistar o engañar a una mujer, y ella ya las ha conocido todas. Nada puede sorprenderla a estas alturas. Sólo la certeza de poder sobrevivir otro día, y a veces eso no alcanza para persistir en el duro oficio de no caer abatida ante la desesperanza.

Sintiendo la inminencia de algo que no sabría definir, ella camina bajo la llovizna que se inicia en esa mañana, gris y fría como tantas, intentando esquivar los charcos embarrados que se forman entre las grietas del asfalto.

Buscando guarecerse bajo un periódico que encontró en una ventana sucia, se apura para llegar hasta la entrada de un negocio que le brinda, generoso, el cobijo de su alero. Allí se queda unos minutos mirando la lluvia caer con impaciencia sobre la irregularidad del empedrado. El monocorde llanto del aguacero parece querer fundirse con la tristeza de sus evocaciones, que se empeñan en aflorar cuando menos se lo espera.

Un atisbo de la tibieza de otros tiempos despliega sus alas frente a su infinita soledad y en aquel rincón ignoto de una ciudad que recién despierta, ella insiste en guardar sus penas con los cuatro billetes que lleva en su cartera. Se resiste a la tentación de ver de frente sus recuerdos y en clara rebeldía hacia la lógica que le pide que aguarde allí intentando mantenerse seca, opta por seguir su camino atravesando el parque.

Apenas cruza la avenida lo ve. Parece un bulto abandonado. Restos de algo que alguna vez fue útil.

Bajo lo que aparenta ser una frazada un pobre viejo tirita por el frío, la lluvia y la fiebre. Es un borracho más tirado entre los desechos de un mundo que lo ignora. Nada especial. Sólo un gemido en la inclemencia de un día que nace bajo el aguacero. Otro sin nombre que alguna vez fue niño, fue sueños, fue esperanza…o quizás ni siquiera tuvo esa suerte.

Allí está. Semioculto por la vana protección de un árbol que apenas logra brindar refugio a unos pájaros. Aterido de miedo, aguarda, sin más compañía que su inmundicia, a que de una vez por todas se lo lleve la muerte.

Por alguna razón que la joven no alcanza a distinguir, algo en ese pobre ser atraviesa la coraza de su conciencia y le pide ayuda.

No está en ella tender la mano a un necesitado. No suele suceder. No está entre lo que acostumbra. Es ella la que suele estar de ese otro lado, pidiendo sin palabras. Aguardando sin ser oída.

Tampoco hay mucho que esté a su alcance hacer. No sabe cómo aliviarlo. No tiene más abrigo que el que lleva puesto, no hay alguien cerca quien pueda socorrerlo.

Contrario a sus instintos, a pesar de la intensidad de la lluvia que no afloja, ella se aproxima y logra ver de cerca aquel rostro oscuro y sufriente.

Las huellas del tiempo han dejado profundos surcos en lo que ayer debió haber sido piel y ahora aparenta ser tan duro como cuero. Apenas dientes asoman en esa boca que apesta a vino y a dolores viejos. Su mirada lo dice todo y en silencio, implora un poco de compasión.

En vano ella le pregunta su nombre. Su inquietud no recibe respuesta. Una y otra vez intenta que aquel viejo le diga algo, pero sólo gruñidos y lamentos logra escuchar bajo la lluvia.

A esas alturas agota el máximo compromiso que su propia indignidad le permite y decide irse. Apenas unas calles y pronto llegará al certero refugio de su cuarto de pensión, que ahora se le antoja poco menos que un palacio con la calidez de sus paredes sólidas y su lecho seco.

Mientras intenta apurar el paso para no tener que permanecer frente a frente con su conciencia un minuto más, algo en su interior le oprime el corazón y la fuerza a detenerse.

Quizás pudiera hacer algo más por él. No mucho, tan sólo dar aviso. Pedir una ambulancia. Llamar a quien pueda ayudarlo. No se ve a nadie alrededor. No sólo la hora conspira contra sus planes, también la inclemencia de esa mañana inhóspita parece querer implicarla en lo que ahora se le ocurre casi un imposible rescate.

Soportando como puede el peso y el hedor de aquel viejo que ni entiende donde está, consigue con mucho esfuerzo arrimarlo hasta una banca cercana a la avenida y allí logra sentarlo. En vano intenta cubrirlo con el periódico para aliviar en algo la molestia de la lluvia.

Haciendo señas casi desesperadas, mojándose íntegra como no recuerda haberlo hecho alguna vez, la muchacha intenta detener un taxi. Consigue llamar la atención de uno que se acerca, pero, al ver que la joven pretende subir también al viejo, acelera de inmediato sin mediar ni una palabra de disculpa o excusa.

Toma entonces conciencia de la burda situación en la que el destino y su inusual vocación de comedida la han puesto: una prostituta y un viejo pordiosero borracho y enfermo intentando conseguir transporte bajo una lluvia torrencial que se encarga de marcarles sin piedad la crudeza de la realidad: a nadie le importan.

Se ve tentada una y otra vez por lo que en otro momento hubiese sido lo más sensato: ocuparse de sí misma y abandonar a aquel infortunado a su suerte. La calle es así de cruel. Cada quien vela por su propia supervivencia y no se juzgan las miserias humanas. No hay nada que la obligue a seguir adelante con ese incómodo rescate. Se probó a sí misma que lo intentó. No salió bien, eso es todo y no se puede pretender mucho más de alguien como ella. Eso es real…
Pero aunque quiere, no puede marcharse…
…..

Fueron varios los intentos fallidos pero al final, cuando ya casi había perdido por completo las esperanzas, alguien se detuvo, y hasta la ayudó a subir al harapiento viejo enfermo al taxi.

Se ve que era cierto aquello que no todos los ángeles llevan alas porque ése que se compadeció de dos pobres abandonados en la impiedad de una lluvia furiosa ni siquiera pretendió cobrarle el viaje. Ella extendió, no sin dolor, los únicos billetes que había logrado hacer la noche anterior para pagar lo que marcaba el taxímetro, pero él no los aceptó.

Ella no le insistió. Sólo le agradeció con sinceridad y una mirada que no dejaba de ser incrédula y se bajó del taxi sin darle oportunidad de arrepentirse.

Alguna vez, en otro tiempo, se mostró dubitativa, pretendiendo hacer lo correcto y se aprovecharon de ella. No hacía falta otra lección. Ya había aprobado las peores asignaturas. Pero ahora estaba allí. Bajo techo, por fin, escurriendo de su escasa ropa todo un mar de agua que se diría, se le había filtrado hasta las venas.

En el hospital intentaron averiguar algo más sobre la identidad del viejo, pero fue en vano. Sólo balbuceaba algún que otro intento de palabra, quizás hasta en otro idioma, y nadie lograba comunicarse con él.

A ella la asaltaron con preguntas. Sólo lograron marearla más aún. Su habitual entumecimiento matutino empeoraba ahora por el frío infinito que la acosaba. Le ofrecieron un café, pero no quiso aceptarlo. Lo único que quería era sumergirse de una buena vez en algo parecido al sueño. Ese desmayo profundo en el que anhela caer cada mañana, luego de transitar sin consuelo un infierno que no por conocido se le muestra más acogedor. No quería desvelarse aunque a cambio recibiera un trago de calor. Mucho mejor le caería un poco de licor, pero no hay surtidores de alcohol en los hospitales ni parroquianos que paguen con una copa su interesada compañía.

Así que se durmió. En el rincón cercano a la puerta por donde ingresaron al viejo enfermo. Fue pura comodidad. Nada especial la ataba a él ni a su destino.

El que haya decidido exponerse al frío y a la lluvia por tenderle una mano a un pordiosero desconocido era algo que aún no lograba interpretar, pero su vida estaba ya tan llena de sinsentidos que uno más no afectaría ni su letargo ni su falta de cordura.

Quizás por lo inusual del sitio y de lo ocurrido, su duermevela no fue lo que acostumbraba ser. Voces e imágenes recientes se filtraban y mezclaban con otras más conocidas. Recuerdos de un pasado que le susurraba miedos y alegrías olvidadas, inconexos fantasmas que arrullaban su infinita soledad.

Un acre sabor a nostalgia le invadía la boca, se mezclaba con la pastosidad de su saliva y hacía que la infecundidad en la que intentaba sobrevivir día a día le resultara ahora mucho más angustiante.

El desagradable olor a hospital lograba atravesar las barreras de su inconsciente llegando a ser casi protagonista de su sueño: extrañas enfermeras vestidas de camareras recorrían los largos pasillos de hospitales imaginarios empujando camillas que portaban vagabundos desamparados, negros de mugre, chorreantes cuerpos que sólo gemían de pena. Sentada en un rincón, ella misma, cubierta inútilmente por su abrigo que no calmaba su frío, acompañaba con su mirada desesperada y sollozante el paso de cada uno de esos desgraciados. Mientras los miraba, su propia alma pordiosera sólo atinaba a rezar por una botella de alcohol que la hundiera en la insensibilidad de una borrachera salvadora. Al mismo tiempo, aguardando en aquellos pasillos de su tortuosa pesadilla, lograba entender que no habría licor capaz de hacerle desaparecer ese hueco inmenso que se agrandaba cada vez más en su pecho.

Si comprender por qué había decidido llevar al hospital a aquel desconocido era algo que escapaba a su entendimiento, menos explicación hallaba para permanecer aún allí.

Siempre se había esforzado por mantenerse ajena a todo lo que concierne a enfermedades y actitudes solidarias. Nadie siquiera se lo había insinuado como necesario. Sin embargo allí continuaba, dormitando inquieta en aquella incómoda sala de espera aguardando por algo que no tendría por qué importarle.

Mientras intentaba encontrar una postura algo más cómoda para descansar un poco su entumecido cuerpo, en sueños, sus inquietudes más añejas se seguían mezclando con imágenes caprichosas de vagabundos y enfermeras.

No sabe bien cuántas horas transcurrieron hasta que comenzó a despertar. Una incipiente migraña comienza a atormentarla a la vez que su cabeza busca recobrar la lucidez…o lo poca que le queda.

Un rostro amable, con barba recién cortada, aroma de ducha reciente y despliegue natural de buenos modales se acerca hacia ella.

El médico parece tener vasta experiencia. Cabello entrecano, algo mayor, voz firme pero suave, sin la egocéntrica actitud que suelen tener sus clientes con diploma, el hombre la mira hasta con ternura, procurando hacerse entender abriéndose paso entre las nubes de su sueño recién interrumpido.

Ahora se esmera en explicarle algo que ella no entiende muy bien. Términos médicos que hablan de la extrema gravedad en que hallaron al paciente, sus condiciones de vida precarias, lo oportuna y acertada que fue su intervención, la estabilidad actual de la salud del hombre, la desinteresada actitud que la honra y que fue determinante a la hora de salvarle la vida…

Salvarle la vida…salvarle la vida…dicen que su decisión de llevarlo al hospital le salvó la vida…y lo destacan…y la felicitan…salvarle la vida…

Las palabras de aquel médico siguen retumbando lentamente en sus oídos y se le estremece el corazón al comprender el profundo significado de las mismas.

Sus ojos se van llenando de lágrimas…esta vez no de angustia o de desesperanza. Esta vez su llanto es dulce, cálido, profundamente emotivo…lo que quedaba de pintura en su rostro se sigue escurriendo con ese nuevo llanto y lejos de provocar rechazo o lástima, siente que la gente la mira con cálida aprobación.

Médicos y enfermeras le sonríen mientras con paso tambaleante la mujer sale del hospital llevando en su cara un gesto sincero y profundo de emoción.

Sigue temblando, no ya de frío, sino por la inusual fortuna de comprobar que a veces la vida puede brindar una impensada oportunidad de redención. Por primera vez en mucho tiempo puede decir que se siente útil, conciliada con el mundo, verdaderamente feliz…

La lluvia continúa aún bendiciendo ese día especial, cae sobre ella con la delicadeza de una caricia celestial que le renueva y va limpiándola por dentro…por donde su alma más lo necesita.

CONTANDO LAS SEMANAS -Palabra 23 de 53 Tierra

A propuesta de Sindel, esta semana nos inspiramos con la palabra Tierra. En mi caso, un muy breve aporte:

"Polvo eres y en polvo te convertirás"… destino inapelable de todos los que vagamos sobre nuestra madre Gea.

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